sábado, septiembre 23, 2006

50 años del disco duro

El año 2006 marca los 25 años de vida del computador personal. Pero este año también marca otro auspicioso hito en el área tecnológica, el aniversario numero cincuenta del disco duro. Para aquellos que no están enterados, el disco duro es un aparato que hace posible el almacenamiento de información no solo en computadores, sino también en iPods, TiVos y otros electrodomésticos indispensables en nuestra vida diaria.
El primer disco duro, llamado RAMAC, fue creado por ingenieros de Internacional Business Machines en 1956.
Tiempo Acrílico conversó con Carlos Birthchoftson, vicepresidente de investigación tecnológica y almacenamiento, una rama de IBM que fue adquirida por Hitachi Ltd.
¿Podría describir el RAMAC?
Era algo masivo. Los discos en su interior tenían 24 pulgadas de diámetro. La unidad completa pesaba más de una tonelada y debía ser levantada con un montacargas. Solo tenía una capacidad de 5 mega bites, lo que equivale a cinco minutos de música en formato MP3.
¿No podían incrementar la capacidad?
Hace tiempo le hice esa pregunta a una de las personas que trabajaron en los comienzos de RAMAC… Me dijo que las limitaciones estaban en el departamento de marketing. Los de marketing decían que no sabían como vender un producto que tenía más de 5 mega bites de almacenamiento. Por eso al principio el RAMAC se mantuvo bajo ese límite.
¿Para qué se usaba el RAMAC?
Principalmente para mantener al día los expedientes bancarios. En aquellos tiempos, cuando ibas al banco y depositabas dinero, el cajero escribía la información del deposito en un papel que más tarde se le entregaba a un operador que pasaría la información a una tarjeta perforada. Luego de que llenaba una caja de tarjetas, la caja se llevaba a un lector de tarjetas que transfería la información al computador. Luego había que cargar una cinta magnética que contenía los expedientes y leer los balances de todos los clientes del banco. Luego se rebobinaba la cinta y se grababan las nuevas figuras. Estas actualizaciones se hacían una vez a la semana. Y aunque el RAMAC solo tenía espacio para 5 mega bites, ahorró una gran cantidad de papeleo. Además, se podía acceder a esos expedientes en cuestión de segundos.
¿Cuándo comenzó el aumento en la capacidad de almacenamiento?
Pasaron unos cuatro o cinco años entre el primer RAMAC y el segundo, y hubo un aumento significativo en las capacidades de uno y otro. Este aumento se mantuvo constante y por los primeros 35 años en los que la capacidad aumentó un 30% al año. Esos incrementos anuales alcanzaron un 100% entre 1998 y el 2002. En la actualidad son de un 30% a 40% anual.
¿Qué podemos esperar en unos dos o tres años?
Hoy en día podemos tener 10 giga bites en un disco de una pulgada. Eso es más o menos una semana de música. En unos diez años, tenderemos 100 giga bites en un disco de una pulgada. Y como los discos para computadoras son de 3,5 pulgadas, probablemente tendremos tera-bites de capacidad. Un giga-bite equivale a un billón de bites, un tera-bite es un trillón de bites. Un DVD tiene una capacidad de 4,7 giga-bites, entonces un tera-bite equivale a 200 DVDs. Probablemente almacenaremos video en nuestros discos duros.

viernes, septiembre 22, 2006

Extracto Acrílico

Este es un extracto de la próxima publicación de Tiempo Acrílico. Muchos me han preguntado si la columna sobre sexualidad es auténtica. Porque algunos de los problemas que allí se presentan parecen salidos de alguna novela rosa. La verdad es que solo la licenciada sabe de dónde salen éstas preguntas.
Si quieren descargar nuestros archivos PDF para leer historias anteriores, pueden visitar el sitio de descarga.

Erección Precoz.

Soy un joven de 25 años que se enfrenta con un problema muy especial. Cuando salgo con una muchacha en plan romántico, sufro de una erección precoz, hecho que casi invariablemente me arruina la noche.
Hace unos meses, mi novia de muchos años me dejó para marcharse con un guía australiano. La ruptura me dejó muy deprimido. Ella había sido mi pareja desde el secundario y estábamos comprometidos para casarnos en septiembre de éste año. El verano pasado nos fuimos de vacaciones a Australia e hicimos una expedición por el desierto. Meses más tarde recibí la sorpresa de mi vida al descubrir que ella me había sido infiel con el guía y que deseaba romper nuestro compromiso. Por mucho tiempo traté de negarme los hechos. No podía admitir que ella amara a otro hombre y estaba convencido de que lo suyo era un capricho pasajero. Que tarde o temprano volvería a mí.
Pero las semanas se convirtieron en meses y mi prometida no regresó. Poco a poco mis familiares y amigos me convencieron de que empezara a salir con otras mujeres.
Al principio fue muy difícil puesto yo no tenía experiencia. Pero luego empecé a salir con más frecuencia y ya no me sentí tan incómodo. Ninguna de las mujeres que conocí me atrajeron realmente pero por lo menos pude alejar la depresión de mi mente.
Hasta que un día mi hermana me presentó a Pamela, una amiga de la infancia había estudiado en Canadá. La primera vez que salimos todo fue a la perfección. Fuimos a ver una película y luego a cenar. Cuando la llevé de vuelta a su casa nos besamos brevemente en los labios. Soy un poco chapado a la antigua y no quería precipitar las cosas.
La segunda vez que salimos comenzó mi tormento. Cuando terminábamos de comer, era una restaurante de categoría, ella hizo un comentario irrelevante… algo que ni siguiera tenía connotaciones sexuales, pero me provocó una erección que me duró más de quince minutos. Lo trágico fue que ya había pagado la cuenta. Teníamos boletos para el teatro y si no nos apurábamos íbamos a llegar tarde. Tuve que inventar cualquier excusa para no levantarme de la silla.
Primero dije que estaba mareado, luego que tenía un poco de nauseas. El camarero me trajo agua y se ofreció a llamar a una ambulancia. Pamela estaba muy consternada y se portó muy tierna conmigo. Pero mientras más interés y más preocupación mostraba, mi tensión erótica era más difícil de contener. Finalmente vino el dueño del restaurante a informarnos que debíamos desocupar la mesa porque había gente con reservaciones que ya tenía bastante tiempo esperando. Lo que era lógico.
Por suerte para entonces mis problemas ya empezaban a perder estatura y, aunque un poco tarde, llegamos al teatro sin problemas.
Más tarde descubrí con horror que mi erección precoz se repite cada vez que me encuentro en una situación íntima con Pamela, pero en los momentos más inoportunos. Una vez me atacó cuando me presentó a su abuelita inválida. Otra vez cuando fuimos al parque. ¿Qué puedo hacer? Se me hace difícil hablar de esto con ella puesto que nunca hemos tenido contacto íntimo. Pero nuestra relación avanza y tarde o temprano vamos a tener relaciones sexuales.

jueves, septiembre 14, 2006

El día que Bush murió

El nuevo libro de Milton Galtieri, “El día que Bush murió,” muestra en la portada un subtítulo que a la vez es advertencia: novela. Publicado simultáneamente en inglés y en español por la editorial Roach Tour, la novela es una rara mezcla de realidad e invención. Un poco tragedia, un poco comedia, un poco ciencia ficción y un poco novela de suspenso, el relato entreteje momentos clave de historia actual con un relato paralelo de una mujer que está a punto de perder el juicio.
Clara Fortran, una mujer madura que reside en los suburbios de Washington, decide revelar a la prensa que ha mantenido un romance de varios años con el presidente George W. Bush.
Milton Galtieri, un periodista de poca monta, es el encargado de investigar los hechos. Pero los hechos nunca son lo que aparentan y Galtieri termina enredado en una madeja que revelará corrupción en los rincones más altos de la Casa Blanca.
La primera vez que visita a Clara Fortran, Galtieri queda impresionado por algo en la mirada de la mujer; algo que denomina una “increíble normalidad fuera de foco.”
La prosa de Galtieri tiene momentos inspirados que insinúan la espiral autodestructiva en la que él mismo será sumergido.
“La señora Fortran, pertenecía a una época ignorada. Me ofreció café y bizcochos y me narró una historia inaudita de amor truncado, intrigas parlamentarias y obsesión sexual. Me di cuenta de que si continuaba investigando podía ser el final de mi carrera periodística, pero no tuve más remedio. Era imposible contradecir a aquella vieja maniática, atormentada por recuerdos falsos y por olvidos crónicos.”
Clara Fortran padece una rara forma de esclerosis que en muy poco tiempo la dejará completamente incapacitada. “Como una de sus descoloridas alfombras, Clara Fortran se convertiría en el olvido y pasaría a ser una cosa,” explica Milton Galtieri.
“Mi enfermedad no es normal, dice Clara Fortran. Es el resultado de un gas tóxico que desarrollaba el Gobierno. Ellos me inocularon para que no hable. George me reveló la verdad antes de morir y ahora es demasiado tarde…”
La verdad de la que habla Clara Fortran es tan descabellada que es difícil no identificarse con Galtieri, quién mantiene una lucha interna para separar la invención de la realidad y termina siendo testigo estoico del deterioro mental de Clara.
La historia ocurre en distintos planos; narrada por Clara y el periodista en su mayor parte, pero también aparecen intercalados informes de la CIA, recortes de periódicos y algunas cartas del presidente Bush a su amada Clara, con quien se mantiene en contacto hasta el día de su muerte. Milton Galtieri conduce la investigación con una frialdad obsesiva parecida a la de Sherlock Holmes. Pero a diferencia del famoso detective, Galtieri termina involucrado con la investigación.
“Luego de los ataques del once de Septiembre, George W. Bush entró en una depresión intensa. Sin saberlo había dejado de ser él mismo.”
Este pasaje parece ser una metáfora, pero luego descubrimos que es literal. El vicepresidente Cheney y su equipo han creado un clon de Bush y lo han mantenido en estado de enfriamiento criogénico. Los atentados terroristas les brindan la excusa perfecta para suplantar a Bush. Lo que nadie prevé es que la farsa se les va a escapar de las manos. Bush, el auténtico, nunca se recupera de su depresión. Tiene repetidos ataques de pánico que lo paralizan y termina recluido en el sótano de la Casa Blanca. Mientras tanto el clon, sometido a sesiones continuas de condicionamiento y manipulado hábilmente por el equipo Cheney/Rove, se convierte en el héroe del momento. Procede a lanzar los ataques contra Afganistán y luego a invadir Irak. El resto de la historia ya la conocemos…
A pesar de los dobleces descabellados de la historia, la atención al detalle hace que este libro sea una lectura irresistible. “Inicialmente, el clon fue creado para tener un hígado para transplantar en Mister Bush.” Explica uno de los científicos bajo el mando de Cheney. “En ningún momento pensamos que pudiera tomar el lugar del presidente. Nadie pensó que sería tan exitoso. Sin embargo, algunas de las drogas que le administramos para acelerar su crecimiento afectaron ciertas zonas de su cerebro, especialmente las encargadas del lenguaje…”
Esto explica bastante.
Las descripciones de la lucha de Clara Fortran con su enfermedad y de la relación que desarrolla con el periodista son tan minuciosas y tan auténticas que uno no puede evitar verse envuelto en la trama. Aunque por momentos uno quisiera que “El día que Bush murió” fuera mejor. Hay lapsos en que la historia toma vuelo y se convierte en una parábola de nuestros tiempos. Pero hay lugares también en que los engranajes narrativos crujen irremediables.
Hacia el final del libro hay un encuentro clandestino entre Clara Fortran y George W. Bush que nos deja pensando.
“Tenía una barba larga y un peinado desatinado. Parecía un recolector de latas vacías. Tenía la mirada llena de una tristeza infinita y una sonrisa melancólica. Era imposible pensar que alguna vez éste hombre había sido el presidente de los Estados Unidos de América.” • • •

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